Fijarse en la parte positiva de la vida es el mejor aliciente para el espíritu
Por Ángela Rosó Aebischer (Periodista de República Dominicana. Experta en comunicación económica y turística)
Suiza. Existe un dicho que reza de la siguiente manera, “navidad sin nieve no es navidad”, y las recientes nevadas sobre las montañas alpinas, no solo anuncian el esplendor del invierno, sino que coinciden perfectamente con el inicio de las festividades natalicias.
Y este año representan una distracción de las constantes preocupaciones generadas por la pandemia del Covid-19. Además se Le da una lectura de buen augurio a la naturaleza que parece liberarse un poco de los altos niveles de CO2, esto por la disminución del tráfico vehicular, debido a la nueva modalidad obligatoria de trabajar a distancia.
A pesar de todo el empeño laboral que implica estar rodeado de nieve durante cuatro meses, ésta, es para muchos la temporada más divertida del año, la de los deportes invernales.
Comprase unas tablas nuevas de esquí y cambiar los calcetines por unos más modernos, no es precisamente una validad, tomando en cuenta el actual contexto, es necesario buscar a toda costa un motivo de alegría cuando el presente es confuso y el futuro parece incierto.
Los preparativos para el almuerzo navideño que se celebra el 25 de diciembre, representan un acontecimiento de mucha trascendencia.
Por lo regular el encuentro se realiza en la casa de quienes dispongan de más espacio para grandes reuniones familiares.
Durante los almuerzos navideños vienen servidos unos seis platos diferentes, cada especialidad está relacionada con las cuatro culturas que convergen en Suiza oficialmente; la italiana, francesa, alemana y romancha.
Entre los alimentos que forman parte del patrimonio gastronómico suizo y que por tradición, no pueden faltar en la mesa, están: El prosecco, que es el espumante de apertura para el aperitivo, y es servido en todas festividades con las entradas. El queso blando, que bien puede ser un morelleux, es un tipo de camembert el cual se puede acompañar con un vino del Cantón vallese, el Fendant Les Murettes, preferiblemente. El salmón ahumado de Alaska, el paté, los aceites de oliva y nueces, el salami al tartufo, los raviolis de pato y los fettuccinis de auyama, también se come el solomillo en alguna salsa de mejor preferencia. El vino tinto para las carnes y el moscato para el queso gorgonzola.
Un dato relevante, y es que a la mesa se debe llevar algún producto fabricado por un miembro de la familia, si es una botella de grappa o de nocino, mejor.
Si bien es cierto que para muchos suizos estas navidades pudieran ser tristes por las pérdidas humanas que ha generado la pandemia del Covid-19, para una parte de la comunidad dominicana, acostumbrados a juntarse para celebrar las fiestas, será mucho más difícil.
Las discotecas permanecen cerradas y los bares y restaurantes tiene horarios limitados para operar.
La tradición de intercambios de regalos, que es uno de atractivos más esperado en esta época, no cambiará, empero la añoranza de la gente de compartir un abrazo con los suyos, sin ahogar las palabras detrás de una mascarilla, es el mayor de los deseos.
No hay que desesperarse, la calma llegará, mientras tanto como diría Lord Byron, “Hay un placer en los bosques sin senderos, hay éxtasis en una costa solitaria, hay compañía allí donde nadie se hace presente y junto al mar profundo hay música en su rugido: No amo menos al hombre, sino más la naturaleza. A partir de nuestros encuentros a los que asisto sigiloso, a partir de todo lo que pude ser o haber sido antes, hoy puedo fundirme con el universo y sentir lo que no puedo expresar, aunque me sea imposible ocultarlo”.
¡Que la conmemoración del nacimiento del niño Jesús les dé al mundo entero la sabiduría necesita con la podamos reconocer las propias debilidades y renacer con la fortaleza de un universo sano, Feliz Navidad!
Ángela Rosó Aebischer (Periodista de República Dominicana. Experta en comunicación económica y turística)