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Libertad creativa en el estudiante universitario
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Libertad creativa en el estudiante universitario

Virgilio López Azuán

Por Virgilio López Azuán*

            Se puede pensar que los estudiantes universitarios son “más libres” que los preuniversitarios, ellos al alcanzar la etapa de adultos, por conducta humana tienden a elegir sus propias iniciativas y gozan de la facultad de tomar decisiones más maduras que los preuniversitarios.  Eso tiene su explicación en la cultura familiar, encontrándose con la paradoja del docente que poco aprovecha esta condición psicosocial de sus alumnos. La mayoría de las veces en la práctica docente replican los mismos métodos de la educación preuniversitaria. Acciones totalmente de adoctrinamiento, alejadas del principio ficcional de la igualdad, desfavorecen las prácticas de democracia y libertad. Como hemos dicho en otras ocasiones el docente se coloca en situación de desigualdad frente al estudiante, por su rol, sus saberes, la institucionalidad y hasta la edad puede influir. Es muy difícil que con ese distanciamiento se propicien los espacios a los cuales nos referimos. Los estudiantes están limitados para aupar espacios creativos: tienen que cumplir con los propósitos del sistema de estudios, con las normas –muchas de ellas arcaicas-, con el estado de imposición temática de objetivos prefijados por los sectores dominantes. Existen espacios para la libertad creativa, pero son de aventuras de algunos profesores y estudiantes visionarios, y si estos no están acorde con los objetivos mencionados, se quedan a penas en el reconocimiento.

            En estos tiempos, domesticados por las grandes agencias tecnológicas, por los sistemas de información, por los estudios cuánticos y las inteligencias artificiales, donde el neoliberalismo, neocapitalismo o neomodernismo, dictan normas para impactar de forma global, las creaciones en espacios universitarios, principalmente en estudiantes de países desfavorecidos como la República Dominicana, solo se ganan un aplauso. Las políticas de estímulo del sector público y productivo son asombrosamente limitadas. La cartera de Gobierno de la educación superior, a pesar de los importantes esfuerzos que ha realizado, su presupuesto es pasmoso, asombrosamente limitado. En el área de la investigación, la inversión en ese sector partiendo del porcentaje asignado del Producto Interno Bruto –PIB- de la nación es insignificante con relación a otros países con características y condiciones socioeconómicas que el de la República Dominicana, por no decir otros que registran avances significativos en la educación, como es el caso de Finlandia que dedica más del 11%  del –PIB- a la Educación a parte de los aportes del sector privado. En América Latina los que más invierten son Costa Rica, Brasil, Argentina, México y Colombia. Con relación al PIB las naciones que en algún momento han reportado mayor inversión a nivel mundial en Investigación y Desarrollo I+D, son Israel, República de Corea, Alemania, Austria, Dinamarca y Estados Unidos. En el caso dominicano en los últimos años se registran avances en las áreas de ciencias y tecnologías por parte del Mescyt con fondos especiales para la investigación, los cuales están impactando favorablemente en universidades, institutos e investigadores nacionales. Cabe mencionar también, el interés de empresas locales que han vuelto la mirada a la investigación, dinamizando sus mejoras de manera creativa, motivadas por iniciativas gubernamentales,  competencias y  la globalidad de los mercados. Insisto, son solo algunos pasitos.

La democracia y la libertad que construimos en la Educación

            Hay otros elementos en la explicación: ¿Qué tipo de democracia estamos construyendo y qué tipo de libertad vislumbramos? Algunos especialistas se han referido a estos temas, pero siempre los análisis reportan un carácter limitado, por la ficción plasmada desde el origen de estas aspiraciones. La práctica de la democracia explicada en este contexto va más allá de la dimensión política, económica y social. ¿Qué concepto de democracia y libertad se ha construido el docente? ¿Sobre cuáles bases filosóficas sostiene sus pilares? Como se aprecia las preguntas nunca cesarán y es que estos conceptos no son productos de un lenguaje especializado, unitemático, tienen una carga multidimensional. ¿Debe tener el docente un ideal democrático o de libertad determinado? Si es así y su función es instruccional, esos ideales atentan con la misma democracia y libertad a la cual se aspiraría en la educación. Aquí viene la paradoja ¿Cómo sería posible entonces la construcción de sistemas de cohesión de las sociedades humanas, necesarias para coexistir en el planeta? Esto bien puede lograrse si la educación es integral, multidisciplinaria, global, y sobre todo, hacer énfasis en la formación de sujetos libres y conscientes. Si es formado en libertad, sería difícil el estado de sojuzgamiento por cualesquiera que fueran los paradigmas de enseñanza que tenga el docente. Si el producto es un individuo consciente de lo que hace y lo que sucede en su entorno cercano y lejano, el espíritu crítico empezará a funcionar porque podría desarrollar capacidades de reflexión y análisis ante los problemas con los cuales se enfrenta.

Poder, democracia y pensamiento creativo

            Hasta aquí todo puede estar bien, pero si usted pregunta por el poder, la cosa cambia. Es en la filosofía de la construcción del poder que se puede echar por tierra todo ideal democrático, de libertad y del amor en su amplitud cósmica. La lucha de intereses siempre formará parte de esa construcción, que por demás, la historia ha revelado cuan profundo y alucinante es el poder dentro de la cultura humana. Sin embargo, habría que reflexionar si el estado en plenitud de la democracia es generativa del poder. De serlo, habría que auscultar sus luces y sus sombras para vislumbrar un ideal, que a la vez está sujeto a ser sustituido por otro ideal. Y es así la vida, es así la manera de vivir juntos.

            La educación hacia un pensamiento creativo tiende a dos proyectos: por un lado a romper los paradigmas hegemónicos y por otro lado a crear otros paradigmas, porque de “creación se trata”. Esta paradoja es de colectivos humanos, del pensamiento racional y ficcional del cual nos hemos apropiado a lo largo de miles de años. La paradoja está presente en los actos humanos. Entonces ¿Cómo sacar lo bueno? Es allí que entran los principios, los valores, las éticas, que también, a su vez, son cambiantes, porque toda construcción social está sujeta a cambios.

La práctica educativa universitaria para la creatividad

            Gran parte de la práctica educativa universitaria de este tiempo está asociada a la formación de profesionales para la empresa, a la producción de bienes y servicios, donde se fomenta el individualismo y los estados competitivos. Esa es la tendencia general aunque existen universidades que asumen otros fines. El mundo ha sido conducido, adoctrinado, domesticado, por el imperio de la economía y la política, por los que manejan el poder. Todos ellos con el desarrollo y caídas de teorías económicas, políticas y sociales. Todas esas prácticas basadas en esas teorías para el manejo suelen ser subyugantes como ya hemos dicho. Hasta las mismas instituciones universitarias se desarrollan con las orientaciones de mercado, con marcado interés empresarial. Se expresan las competencias y se establecen estándares o ranking para posicionarse en el liderazgo educativo nacional o global. La calidad y las competencias entre las instituciones de educación muchas veces se miden según el número de premios Nobel hayan salido de su recinto.

            La educación cada vez se orienta más al desarrollo de las tecnologías y las ciencias como base para la actividad, ya a una escala global. En ese contexto existen presiones, desafíos y competencias que instan a repensar la educación como proceso, al servicio del poder y de la emancipación. Cada día los fundamentos humanistas sufren reveses y muchas prácticas éticas desaparecen, dando lugar al fomento de otros espacios de ficción para la satisfacción humana.  

Configuraciones mentales y emocionales

            No existirá pensamiento creativo sin no existen configuraciones mentales y emocionales para ese propósito. En ese sentido, los docentes tienen un gran desafío, según González-Zamar & Abad-Segura (2019), es  de liberar su propio potencial creativo como condición previa para la comprensión, así como apoyar a los estudiantes en el desarrollo de los suyos. Primero sería pensar en el cambio de esas configuraciones mentales y emocionales, en crear los espacios, evaluar los potenciales creativos de los estudiantes y estimular la creatividad facilitando las herramientas necesarias para el proceso. No existe innovación sin el componente creativo y no se logra diagnosticar el potencial de los estudiantes, en todos los niveles del sistema, sin establecer mecanismos de evaluación científica. Las universidades deben integrar a los currículos académicos planes para la obtención de habilidades de pensamiento creativo; también, crear programas de evaluaciones del potencial y desarrollo creativo de los estudiantes y no solo tomarlo como eje transversal en las diferentes carreras.

            El aspecto cultural debe tomarse en cuenta en la elaboración de planes y programas de educación, porque dependiendo del contexto  las concepciones de la creatividad pueden diferir. Por ejemplo: “en la cultura occidental, la creatividad a menudo se enfoca en rupturas conceptuales radicales de productos o resultados sorprendentemente nuevos, mientras que, en la cultura oriental, ser creativo se considera como un proceso gradual de adaptaciones progresivas, reordenamientos y mejoras”( González-Zamar & Abad-Segura, 2019).

            La creatividad no debe ser estandarizada, se priva al estudiante de ampliar su propio potencial. Al ser estimulada se puede aprender y desarrollar, amén de tomar en cuenta otros factores motivacionales del estudiante para su fomento. Despertar la pasión hacia la investigación es un camino para buenas prácticas creativas. Hemos apuntado la palabra pasión porque es difícil trabajar en tareas investigativas sin este componente.

            Finalmente, la práctica de investigación debe ser incorporada como forma de vida, ayudar al estudiante a la construcción de imaginarios que le permitan la búsqueda de estados de emancipación.   

El autor es escritor y experto en temas educativos. 

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