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 “El Orbe Per Verso sin poesía” de Rannel Báez
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 “El Orbe Per Verso sin poesía” de Rannel Báez

Por Virgilio López Azuán

Seguimos dando seguimiento al libro de poemas Orbe Per Verso sin Poesía de Rannel Báez. En el Movimiento de perversión, el poeta continúa su línea descriptiva de lo que es poesía, donde ahora es “un trompo salido de tus manos”, “Un punto sin espacio”, y “una huella”. En lo que no es poesía sigue siendo muy explícito, amplio. No tanto como en los otros movimientos. Se destaca de esta parte del libro, que es la mejor lograda, desde un metalenguaje más depurado y menos iracundo y de mayor sosiego. Es en estas últimas páginas donde el autor toma partida, donde se ha difuminado el poeta para dar paso a la conciencia del autor sin dejar atrás al “ser poético” que antes había estado rebelado, rabioso. Aquí ni es poeta, ni es dios. El ataque bestial a lo humano ha desaparecido y se muestra como una persona en un ambiente existencial: “Ahora voy a tu círculo vicioso / dormir / cagar / fuñir / en la misma paila de monotonías. / Vivir y morir con la misma seña de maniquí boquiabierto y frío…” (pág. 73).

La propuesta poética de Rannel Báez, bien vale la pena auscultarla, desentrañar esos mundos puestos y contrapuestos. Esos mundos de certezas y paradojas, misantropía y filantropía en movimiento; arte y rebeldía en efervescencia, afectos y desafectos entre el ser y el yo. Desentrañar lo humano, lo banal y la esencia como una bofetada a los simuladores e hipócritas. Una lucha frontal en búsqueda de la identidad estética, el recorrido riesgoso de los mares anchurosos del lenguaje para comunicar su verdad con tanta libertad y sin vergüenza de podridas morales.

El autor ha dicho “Si me contradigo en mi atavío de cuero que se arruga con sobre dosis de crisis artificiales / sobre el aire caliente de bombas vírgenes y sermones clandestinos…” (pág. 76), admitiendo de esta manera que en su propuesta poética cabe todo, hasta las contradicciones, y que experimenta más allá de las posibilidades léxicas con que poetiza.

El autor se salva, tiene un blindaje que lo protege, el que no tienen los antipoetas o pseudopoetas. Aunque simbolizada con “un simulacro de fieltro” es suficiente para librarlo de toda enfermedad y pesadillas que suceden el orbe perverso sin poesía. Porque los antipoetas en ese orbe no escriben lo que él sugiere como buena poesía que no quedó expresada en el texto. Al final, el autor rescata la palabra, lo que él entenderá como “la verdadera palabra”, después de darle un trato impiadoso. Lo mismo que pasa con el hombre, también es rescatado, esta vez con la palabra.

El hombre con palabras, el cual no es mentiroso, ni arrogante, ni hipócrita, se alza con el reino, el cual es protegido por la diosa poesía, esa que cubre con su manto al “verdadero poeta”; contrario a ese poeta o antipoeta que es cubierto por un dios inmortal. “La poesía me cubre como un simulacro de fieltro y por eso no he vuelto a morir de fiebre y pesadilla en este orbe perverso literal donde o eres hombre con palabras o eres poeta sin imagen ni semejanza con la literatura de un dios inmortal” (pág. 76).

Algo que indudablemente llama la atención a cualquier lector a primera vista, es el título del libro, Orbe Per Verso sin Poesía, y sobre todo lo de Per Verso. Como se ha visto en el fragmento anterior ese orbe referido es perverso, de perversión. La forma de titular “Per Verso” podría tener objetivo publicitario, como sucede en la mayoría de los títulos de libros. No obstante, ese per se justifica, es un prefijo que va unido a una raíz lexical, el cual, en todo caso, significa “a través de” o “Por completo”.

En el fragmento anterior que seguimos el autor cuando se refiere a “orbe perverso” aclara que lo hace de forma literal, lo que se concluye que el título es también otro aspecto subvertidor de las palabras, quizá como un desafío al sentido literal de las mismas. El autor quiere aclarar, decir al final, que ese Per Verso es literalmente “perverso”, justamente lo que el lector tiende a suponer.

En Rannel Báez encontramos un poeta de amplio léxico, con gran libertad y atrevimiento expresivo y humorístico, cosa que he encontrado en algunos poemas de Tomás Castro Burdiez. Trabaja con un lenguaje de “la calle”, con un español dominicano y sus formas culturales de expresión, desacralizador y profanador, con una fuerza vital poco vista en la poesía dominicana. Es un poeta en constante búsqueda de la poesía más allá de la poesía, es el metapoeta con registro cuestionador de una sociedad y un ser humano en decadencia, el cual necesita renovación.

Pensar sobre poesía y poetas

Al leer el libro de Rannel Báez este nos pone a pensar que la poesía y los poetas de esta etapa postmoderna se encuentran en un vértigo caótico procurando la definición del cosmos del mundo exterior y su mundo interior con múltiples opciones para la expresión. El pensamiento global del tercer milenio, el estancamiento de la metafísica, postulados filosóficos y religiosos que estuvieron vigentes por siglos han entrado en crisis, que lleva a la crisis del hombre frente a sí mismo y el cosmos. Ahora existen más preguntas y menos respuestas. La credibilidad ha sufrido una transmutación moral y se está creando un nuevo humano, individual y social.

A pesar del desarrollo de las tecnologías, los cerebros entran en crisis de inteligencias colectivas, capaces de subvertir legados de civilizaciones. Es común volver a los orígenes, al estado prístino; auscultar los legados, interpretar códigos; escritos antiguos y desentrañar conocimientos que siempre han estado ahí y que el desarrollo tecnológico actual permite develarlos. Hay en esa acuciosa búsqueda acciones contrapuestas: la desacralización de las cosas y la reafirmación de las creencias con su función esperanzadora y salvadora. Cualquier acción humana puede adquirir la condición de pandémica, trasvasar culturas y legados, incorporar estados caóticos en las maneras de vivir juntos. A todo esto, también existen respuestas inmediatas para el establecimiento del orden, dado el peligro y riesgo que puede correr toda la humanidad.

Es por ello la necesidad de repensar la función de la poesía y de los poetas, pues hasta el postulado becqueriano de que siempre habrá poesía, corre riesgos. Hay que repensar lo tecnológico, lo humano y el medio ambiente. Hay que repensar sobre el yo, el ser y el cerebro humano; redimensionar el pensamiento crítico con propuestas para la sostenibilidad de la vida, el planeta y, sobre todo, la felicidad de humanos.

Domingo 1 de octubre de 2023

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