Por Luis Naut
El Éxodo de Monte Río.
La Pandemia ha sido la mejor lección para los azuanos que viven de espalda al mar. Ese fue el discurso del Ing. Danilo Pérez, con su proyecto BESA MAR, visto por muchos de utópico.
En el pasado, Monte Río fue una sección de pescadores que desapareció como tal, porque gran parte de sus moradores se fueron a residir a los Tramojos y otros al barrio Pajarito de Azua. Sólo de ellos quedaron las familias de Dulce y Víctor y la de Vieja Casado.
En Azua se compartió por muchas décadas con el personaje pintoresco «Monte Río » (Personaje que aparece en la fotografía de este texto junto a quien escribe), oriundo de ese lugar. Tanto es así, que en la actualidad Nicolás Casado ostenta el nombramiento de Alcalde Pedáneo del lugar. El general Luis Pelletier fue el primero que edificó una hermosa casita de madera de esparcimiento en la margen norte de la costa que durante mucho tiempo la habitó su hija Dulce, de condición especial. Por cierto, es la casa que hace unos años adquirió don Argelio Peña.
En la década del 40, Pablo Buenaventura Cabral Machado (Bambo), le compró por 300 pesos; playa Monte Río a José García (José Chencho), donde él muy motivado construyó una faraónica casa con piscina, pozo de agua, escalera para descender a la playa, cisterna, mirador y otras comodidades con el diseño semejante a un barco en el cerro oeste del entorno. De inmediato se adelantó a su época y comenzó a regalarles solares a los amigos con la condición que edificaran su casa de playa. Construyeron viviendas de éstos: Los médicos Felipe Moquete, Gregorio Peguero y Rafael Cabral Pérez (Fefen), y también los abogados Pedro María Pérez Rossó y Digno Sánchez. No construyeron, Eddie Noboa, Víctor Rafael Noboa y Noboa (Fellito), “de tumba reciente” y el abogado Juan Bautista Pérez Cabral (Don Picho). Todos ellos abandonaron sus elegantes viviendas por diferentes razones y sin desearlo convirtieron a Monte Río en un sitio abandonado y parecido al lugar bombardeado por la guerra.
En ese tiempo Eddie Noboa Bonilla quien no construyó la vivienda que deseó Bambo Cabral, edificó el local del primer bar de la playa que más tarde transfirió al empresario Viterbo González. Ese lugar fue tan acogedor que en él se celebraron festivales artísticos (como fue la competencia que hubo del baile de MANGULINA). Con ese mismo ánimo el oficial del Ejército Nacional, Víctor García, construyó el complejo de hoy pequeñas cabañas que tiene su historia de amor para muchos que allí celebraron la luna de miel. Después el héroe de la playa Freddy Pérez lo adquirió, y ahora está parado en total abandono.
Tanto Freddy Pérez, Dinilo Sención, Michenchy Barreiro y Chino Prieto, establecieron negocios de venta de bebidas alcohólicas y comida de buen sabor que alcanzaron y tienen fama. La Rueda de Freddy Pérez a pesar que ya no existe fue el mejor destino de diversión de Monte Rio. Lo que fue el negocio de Dinilio Sención de manera arrendada lo opera Ñaño Pérez, de otra manera los hijos y la «rubia» expareja de Michenchy Barreiro operan el negocio San Miguel, y el bar Las Flores de Chino Prieto lo gerencia su hija Yira Paulino. Hoy con mucho confort opera contra viento y marea el hotel en gestación, El Barco del azuano Joaquín Garrido. Asimismo, el inversionista José Luis Navarro, desarrolla el mejor proyecto inmobiliario en el comienzo de la loma de la Vigia de Azua. Creo que sólo el azuano que responde por el nombre de Víctor Sánchez Gil, ha comprado y edificado en dicho proyecto. La vía terrestre de su acceso que construyó el Expresidente Hipólito Mejía, los bancos, el agua potable y la electricidad rudimentaria que llevó y construyó Freddy Pérez y la iluminación led de la carretera y el entorno de la playa que instaló Rafael Hidalgo lograron la verdadera seguridad y calidad de vida de los visitantes y residentes de Monte Rio. Por último, cuando se construya el puente que estuvo en el presupuesto de Obras Públicas sobre el desvío del Rio Vía llegando a Monte Río, las familias de los que se fueron retornarán y Monte Rio alcanzara su esplendor.