Era nieta del laureado poeta Azuano Bartolomé Olegario Pérez.
Por Ramon Minyety
AZUA.- El domingo 27 de noviembre de 2022, se realizó una misa de acción de gracias a las 10 de la mañana en la parroquia Nuestra Señora de Los Remedios de esta ciudad de Azua, por el novenario de la maestra Margarita Antonia de la Caridad Pérez Noboa, Viuda Pérez Rosso, nació el 14 de agosto de 1930 y falleció el 14 de noviembre del año en curso, a la edad de 92 años.
La eucaristía oficiada por el padre Duvan López, quien consideró que Margarita Pérez viuda Pérez Rosso “fue una mujer sabia, de grandes dones y carismas; una mujer de fe, consagrada en la iglesia; una esposa excepcional y una madre abnegada”
Palabras del ingeniero Pedro María Pérez Pérez, (Junior) en representación de la familia
-Buenos días a todos y todas.
-Digno celebrante de esta Santa Misa, párroco Duvan López.
-Queridos hermanos, biológicos y de afectos.
-Distinguidos familiares, allegados y relacionados.
-Distinguidos feligreses, amigos y amigas.
Nuestra querida y adorada madre, Margarita Antonia de la Caridad Pérez Noboa, Viuda Pérez Rosso, nació un 14 de agosto de 1930 y falleció el 14 de noviembre del año en curso, a la edad de 92 años.
Por la parte paterna, era nieta del laureado poeta azuano Bartolomé Olegario Pérez, y por la parte materna, era también nieta del poeta Teodoro Noboa. Cabe destacar, que por sus venas circuló la inspiración de ambos poetas azuanos.
Por otra parte, sus padres fueron, el señor Nicolás Santiago Pérez Pelletier y la señora Cristiana Ramona Pérez Noboa, quienes profesaron en el seno familiar con mucho ahínco los valores y la fe cristiana como norte, provocando que uno de sus hermanos (fallecidos) se ordenara de sacerdote, y la hermana menor, se dedicó desde la adolescencia hasta el día de hoy a la vida consagrada, la cual se encuentra presente en esta santa misa.
Es preciso señalar, que nuestra madre, inmediatamente terminó el bachillerato a los 17 años de edad, fue llamada por la entonces Secretaria de Estado de Educación, de la Republica Dominicana ( actualmente Ministerio de Educación), por sus méritos académicos, para que impartiera docencia, lo cual aceptó y durante un largo tiempo se dedicó a tiempo completo al magisterio y al mismo tiempo estudiando y capacitándose hasta alcanzar el título de Maestra Normal de Segunda Enseñanza, para la época, uno de los mayores grados académicos que otorgaba dicha Secretaria de Educación.
En la actualidad existen todavía un sinnúmero de profesionales de nuestro pueblo de azua que recibieron el pan de la enseñanza de manos de ella y hoy son profesionales exitosos.
Años más tarde, a la edad de 23 años, específicamente el 8 de julio de 1953, contrae matrimonio “con el amor de su vida” el abogado azuano, doctor Pedro María Pérez Rosso, procreando una familia de 7 hijos, educados y formados también en los valores y la fe cristiana.
Cobijado bajo cálidos afectos familiares y amistosos, concurrimos a este sagrado templo, para ofrecer a Dios el sacrificio de la santa misa por el eterno descanso de mi siempre querida y nunca olvidada madre, a intención de sus hijos, nietos, sobrinos, familiares y amigos.
Una máxima que durante décadas ha recorrido el planeta, dice textualmente: “Cuando tú naciste, todos reían y tú llorabas, por eso debemos de procurar vivir de tal manera, que cuando uno muera, todos lloren y uno ría”
De la máxima expuesta, extraemos las siguientes conclusiones: Primera, al producirse el fallecimiento de la mujer que nos amamantó, al igual que a todos mis hermanos, ella sonrió, dada la satisfacción de haber cumplido cabalmente con las obligaciones asumidas, que les fueron asignadas en el diario vivir durante su fructífera existencia. Veamos: Como hija, profesó respeto y cariño a sus padres.
Como hermana, su solidaridad fraternal fue abundante.
Como esposa, fue un ejemplo de consorte, sin dobleces, y consagrada ama de casa.
Como madre, levantó su progenie con dedicación y esmero, en todos los aspectos.
Como maestra, brindó a sus alumnos el pan de la enseñanza generosamente.
En el seno de la sociedad fue factor de armonía con sus congéneres.
Por eso, podemos proclamar, en cuanto al llanto que se produce de la profundidad del alma al producirse el deceso de una madre, que este llanto debe convertirse en consolación al arribar a la convicción de que nuestra progenitora es perfectamente aplicable las palabras del libro Santo del Apocalipsis o revelación, Cito: Bienaventurados los muertos que han fenecidos en el Señor, porque desde ahora sus buenas obras les acompañan.
Por igual podemos decir, las palabras de nuestro salvador Jesucristo: Aquel que cree y vive en mí, aunque haya muerto vivirá.
Por último, gracias al pueblo de Azua, que por todas las calles, los barrios y los campos, nos paraban para darnos su pesar y a todos los que personalmente, por llamadas, por las redes sociales etc. manifestaron su duelo, por el fallecimiento de nuestra querida madre.
En nombre de todos mis hermanos y del mío propio, muchas gracias.
Que Dios nos bendiga a todos. Amen.