Now Reading:
Reflexiones sobre poesía. ¿Tránsito y culmen a lo posible? (II). Poeticum corpus
Full Article 8 minutes read

Reflexiones sobre poesía. ¿Tránsito y culmen a lo posible? (II). Poeticum corpus

Por Virgilio López Azuán

Me doy la libertad de pensar (en campos teóricos) que la poesía puede estar compuesta por cierto tipo de “partícula(s)” o “masa”, capaz de penetrar a otras dimensiones espacio-temporales o es la resultante, quizá, de una “transmutación”, en un acto hermético.

            Desde la ciencia (que también sostiene postulados teóricos, que no han sido demostrados, pero que los juicios y principios son correctos, cumplen con leyes fundamentales que son aceptadas como tales hasta el momento) lo primero es dar, como un hecho, la existencia de esas dimensiones espacio-temporales o grados de libertad, permitidos por las leyes del universo. Los últimos estudios —y según Stephen Hawking (1942-2018) —, nos dicen que podrían existir once dimensiones, diez de ellas de espacio y una de tiempo, donde siete son invisibles. Otros científicos dicen que son más.

            ¿La poesía como forma de lengua y lenguaje penetra más allá de las dimensiones conocidas? Conozco casos de personas que dicen haber compuesto poemas mientras dormían y al despertar los escribían, exactamente igual como cuando estuvieron dormidos. Así pasa con experiencias de otra naturaleza. Pudiera ser considerada como un tipo de paramnesia o una anomalía de la memoria. En los casos nombrados, la experiencia, la memoria de la construcción del poema, fue traída desde el inconsciente durante el sueño. Siendo así, el poema proviene desde una dimensión mental, fuera del espacio tridimensional. De estos temas se encargarían Sigmund Freud y Carl Jung.

            Metafísicos y místicos aseguran la posibilidad de acceder a otras dimensiones espacio-temporales por medio de la meditación, apoyados por la mantralización y otras técnicas. En este sentido, no se deben pasar por alto las experiencias aludidas a Elena Blavatsky (Rusia, 1831 – Londres, 1891), fundadora de la escuela Teosófica. Ella escribió dos libros fundamentales dentro de su propuesta esotérica: Isis sin velo y La doctrina secreta. Las referencias bibliográficas de estos libros superan más de 1,500 citas diferentes, cosa esta que para su tiempo era difícil, por no decir imposible dichas consultas. Se le atribuye a su experiencia fuera del plano físico tridimensional, había tenido acceso a los “archivos del alma” o registros Akáshicos (en un plano astral), que es un lugar donde está toda la información universal. (No entraré en detalles, solo deseo nombrar experiencias únicas con muchos seguidores). Los científicos como tales desean basarse en evidencias que superen los presupuestos teóricos.

La información como partícula

            La información o data, se ha planteado hipotéticamente como un estado de la materia, sin contradecir la mecánica cuántica, según el Dr. Melvin Vopson, de la Universidad de Portsmouth, en Reino Unido. El científico propone cómo detectar y medir la información en una partícula elemental usando la colisión partícula-antipartícula. Sería un estado más, aparte del sólido, líquido, gaseoso, el plasma, materia no degenerada, condensado de Bose-Einstein, condensado de Fermi, superfluidos, plasma de quarks, fluones, supersólidos y otros que aparezcan.

¡Hágase la poesía! ¡Empecemos a vibrar!

            Mediante la lógica anterior, si la poesía funciona como información, con lengua y lenguaje creativos, ¿sería tránsito y culmen a ser un estado de la materia, de lo posible?, ¿existiría en forma de partícula(s)? También, caben las preguntas, ¿qué tiene esa información tan especial provocadora de catarsis?, ¿modela un equilibrio donde se genera el placer estético y el estado poético?, ¿con la poesía se logra llegar al culmen del equilibrio de fuerzas que transmutan la lengua y el lenguaje para alcanzar la felicidad o la verdad?    

            Utilizando la información o la data —vista desde las ciencias de la computación— habría más posibilidad de una explicación científica, de considerarla como estado de la materia, para la búsqueda de la “verdad”, aunque no necesariamente de la “felicidad”. Desde el individuo humano, ¿cómo hacer el paralelismo con mecanismos algorítmicos procesados? (Las comillas en las palabras verdad y felicidad obedecen a los conceptos de verdad y felicidad, absolutas y relativas).

            La frase: ¡Hágase la luz!, desde el sentido bíblico de la creación, “se hace materia por medio del verbo”. ¡Y se hizo la luz!, es “maravilla de la creación”. La palabra oral provoca vibraciones. Las vibraciones producen ondas sonoras por medio de las moléculas presentes en los estados de la materia y estarían desprovistas de partículas. Entonces, eso de que el verbo crea solo tendría sentido si se realiza en las moléculas una especie de transmutación (léase transmutación como la alteración de núcleos atómicos). La lengua y el lenguaje, respectivamente, son estados vibratorios (fonéticos para estados externos y de imagen para estados internos del individuo humano) que transmutan la composición de las moléculas de las “cosas” y producen poesía, en el caso de la literatura.

            Fuera de la literatura (y aplicado a todo lo que existe en el universo, aparte de las explicaciones científicas), la belleza de una flor o el nacimiento de un fruto en un árbol, podrían estar asociados al estado de vibraciones de todo lo que hay en el entorno, en el planeta, en la galaxia y el universo en sentido general.

 Hacia una explicación desde otra mirada

            Los estudiosos del sistema nervioso humano en general pensarían: lo que fuere, lo que eleve o disminuya ciertas sustancias bioquímicas del cerebro, permite que las razones, las emociones y sentimientos, propicien estados de felicidad o el efecto contrario. Por ello, han generado industrias de medicamentos que inciden en sustancias como la dopamina, oxitocina, serotonina y endorfinas, que son la “química de la felicidad”. Como se conoce, esas sustancias son propias del metabolismo cerebral y, en algunas de ellas, sus niveles suelen ser alterados por el consumo de alcohol, carbohidratos, vitaminas, alucinógenos, etc. El desbalance puede generar estados patológicos que son tratados por medicamentos.

            Un caso a contar ha sido, desde finales del siglo pasado, el uso del Prozac para tratar a pacientes con depresión, la cual fue llamada, equivocadamente, “la píldora de la felicidad”, porque solo hace efecto en los que padecen esa enfermedad.  Ya hay medicamentos más avanzados que han reducido los efectos secundarios de inicio. Sí, han funcionado, en un porcentaje de pacientes ciertamente adecuados, con pruebas concretas, en ciertos estados anímicos, produciendo cambios en la neuroquímica del cerebro y los circuitos nerviosos.

            Si la poesía tiene como función la obtención de estados de placer estético-poético (en todo caso, placer, alegría, felicidad…), tendría la misma función que muchas sustancias conocidas, con la desventaja de que con muchas de las anteriores se alcanzan niveles más altos de placer o felicidad, aun con las posibles consecuencias secundarias.

            Obtener placer por medio de la poesía o cualquier arte no tiene efectos secundarios, si no alcanza notas claves cerebrales. Esa es una diferencia; también, es capaz de generar una cultura de manejo de sensibilidades en todos los estados racionales y emocionales.   

            Lou Marinoff escribió el libro Más Platón y menos Prozac 2010 (1999), lo que sugiere que las enseñanzas del filósofo griego pueden producir el mismo efecto que el Prozac y la poesía. Le llamaría a esto, “El efecto Platón”.  

            El filósofo Aristóteles sostenía que el estado de felicidad está basado en la contemplación, en cultivar una vida contemplativa, el bíos theoretikós, en una vida dedicada a la filosofía, al conocimiento de aspectos profundos de la vida.

Entonces, la filosofía, la poesía y todo arte serían fuentes que estimulan cambios en los estados afectivos. Me parece que esto no es nuevo, ¿verdad? La filosofía se ha definido desde sus inicios como amor a la sabiduría. El concepto de amor está muy asociado a la felicidad y los estados poéticos. La poesía, desde la palabra, produce catarsis, que es “maravilla de la creación”, desde sus conceptualizaciones primigenias.

            Es bueno apuntar que alcanzar la felicidad o la verdad no es el fin de la filosofía ni de la poesía, vista desde una dimensión estética.  Siempre será el ansia, la búsqueda. Los efectos de lo poético permean tristezas, alegrías; actos horrendos, siniestros, terribles y sublimes, sin perder su esencia. Grandes obras poéticas y narrativas provocan actos de profunda tristeza y dentro subyace el placer estético. Los románticos son ejemplos de producciones con estas connotaciones. Ejemplo: la novela María de Jorge Isaac. Un instante de felicidad entrañable puede terminar en lágrimas como el resultado de emociones de tipo poético.

Leave a Reply

Input your search keywords and press Enter.