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LOS PERROS MISIONEROS Y EL TRISTE FINAL DE “KEO”
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LOS PERROS MISIONEROS Y EL TRISTE FINAL DE “KEO”

Por Daniel Efrain Raimundo

LOS PERROS MISIONEROS Y EL TRISTE FINAL DE “KEO”

La historia de los misioneros evangélicos tiene una estampa que gravita desde 1938 hasta tiempos más recientes donde la manifestación canina fue algo enaltecedor. Muchos misioneros adoptaron perros y gatos para que les hicieron compañía mientras se adaptaban al medio ambiente que les era extraño. Los perros de ese entonces no eran cuestión de rifa o de sorteos. Era cuestión de que estuviesen allí para cuidar a las familias y también hacerles compañía a los hijos de los misioneros. Tal es el caso de las familias Odland, Beard, Wiebe, Roberts, Strauss, Cook, Samuels entre tantos otros.

Blacky de los Wiebe una perra de raza Collie

Blacky fue una perra hermosa. Mi padre se apareció una tarde en la ciudad de Cotuy proveniente de la Vega con ese hermoso ejemplar. En mi casa vivió varios años y tuvo cría de muy buenos perros. Con el tiempo la perra era envidiable por los de la comarca y un senador de la República por la provincia Sánchez Ramírez se la solicitó a mi papá y la perra de raza Collie terminó en la casa del Senador de apellido Jaques en el Cevicos revolucionario de Cotuy. El Collie es básicamente un perro familiar: adora a la gente y la gente le adora a él. Descendiente de perros ovejeros y de granja, tiene un instinto natural para proteger su hogar y, particularmente, a los niños de la familia. Las hazañas de la popular Lassie en sus películas, no tienen nada que envidiar a lo que muchos Collies realizan día a día en sus hogares. No es por azar que los Collies, más frecuentemente que cualquier otra raza, han estado presentes entre ganadores finalistas de los premios a la heroicidad canina.

El Collie es un buen compañero para niños y adultos. Por su educación es bondadoso, juguetón y afectuoso. Como perro de vigilancia, su ladrido aún es peor que su raramente usado mordisco. Puede entrenarse para ser tranquilo, pero aun así lleno de vitalidad, comportándose adecuadamente dentro de la casa, incluso en un pequeño apartamento. El Collie actúa de igual modo en el hogar, que en el campo o en la ciudad, ya que es feliz mientras esté con «su familia».

Aunque se le puede llamar de distintas formas: «escocés» o «inglés»; «de morro corto» o «de morro largo»; «tipo Lassie», «ovejero» o «de concurso», sólo hay una raza común, y ésta es el Collie, sin otro nombre adicional.
Esa perra dejó marcado grandes recuerdos en nuestra casa que hasta el día de hoy nos recordamos de ella.

Toby de los Odlands un perro pastor alemán.
¿Quién no amó a Toby en El Manguito? Era el perro Pastor Alemán que gravitó a principios de la década de los 60 luego que la estampida de los misioneros de Cuba salió rumbo a diferentes partes del mundo, especialmente a la República Dominicana cuando el desparpajo cubano se inició con la llegada de “La Rata de Cojímar” a la Habana aquel 1ro de enero de 1959. Toby era noble y siempre estaba cuidando a los muchachos. Recuerdo que Leslie Odland andaba en la finca en una bicicleta misionera y Toby siempre caminaba detrás de él cuidándolo. Esos perros siempre acompañaban a los misioneros cuando los asignaban en un punto especifico del pais. Ese fue el caso de Segismundo Odland quien estuvo de pastor en Azua de Compostela y allí también tuvo varios perros quienes también le dieron la bienvenida a las tropas norteamericanas cuando visitaron el Templo Evangélico del índice de la República. Asunto que molestó a muchos evangélicos simpatizantes de aquella izquierda dominicana soñadora. Hoy día hablamos con ciertos protagonistas de aquel arrojo y nos dicen que eso les cayó como un balde de agua fría a muchos de los que allí estaban entre ellos, Piquiní Martínez, Nelson Plinio Pérez Jimenez, Pedro Mendez, Luis Naut, Radhamés Pinales entre otros tantos.

La raza del Pastor Alemán apareció a fines del siglo XIX en Alemania y fueron expuestas por primera vez en un espectáculo en Hannover en 1882. Max von Stephanitz y otros criadores produjeron una raza de perro sensible, obediente y esbelto usando razas de pastoreo local de pelo largo, de pelo corto y perros de granja de las zonas de Baviera, Wurtemberg, y Thurginia. El objetivo era crear un perro de trabajo para cuidar los rebaños de pastoreo y que fuera capaz de trotar durante largos períodos de tiempo siguiendo el ganado.

Toby fue un canino que todo el mundo quiso en “El Manguito” y era uno de los perros favoritos de los hijos de los misioneros.

Perros misioneros en diferentes ciudades
Perky y Boostie eran Terrier. Cooky era un perro mezclado de terrier y viralata. Todos esos perros eran de David Beard cuando vivía en San José de Ocoa. Perky era de los Odlands cuando vivian en Azua y cuando se fueron de aquel lugar dejaron a los caninos con la familia Samuels. Bootsie era hijo de Perky. Phoebe Samuels Jackson se lo regaló a David Beard. Los perros mencionados aquí vivieron en diferentes lugares del territorio nacional. Keo vivió en Azua, en San José de Ocoa y en la ciudad Olímpica de la Vega Real donde lo asesinaron.

Los animales eran en muchos casos de buena raza. Esteban Vargas Veloz, mi tío, era quien conseguía esos perros para los hijos de los misioneros. Recuerdo que Daniel Vargas Núñez, mi primo hermano, cada vez que paría una perra en Palmarito, se aparecía en “El Manguito” con una cría que repartían a los distintos misioneros de ese entonces. Eran regalos que se hacían y los predicadores que eran agraciados algunas veces —conseguían a parte de los viralata—, perros de buena raza. Este tipo de raza Terrier es el nombre genérico de un grupo de razas de perros que comparten un origen común, pero que tienen características físicas tan diversas que en algunos casos resulta difícil pensar que están emparentadas. Los perros terrier suelen ser pequeños o medianos, y generalmente tienen un carácter inquieto y decidido. Estos valientes y decididos canes fueron empleados para levantar mamíferos de pequeño tamaño de las madrigueras, así como para la caza de ratas.

Son perros ladradores y avisadores: por su tamaño no suelen ser buenos guardianes, pero son muy buenas alarmas contra intrusos. Esta característica surge a raíz de tener que ladrar para avisar a los cazadores de dónde estaban las madrigueras y las presas, y ha permanecido en el tiempo. Este tipo de raza se utilizó mucho en el mundo misionero porque tenian adherencia pentecostales. Hacían mucha bulla y ahuyentaban a los cacos. Al igual que otros grupos de razas, hay características comunes de los perros terriers que podemos prever antes de adoptar a uno de estos animales. Son nerviosos y ladradores, pero también valientes y decididos. Su tamaño y su carácter hicieron que décadas atrás dejaran de trabajar en la caza para convertirse en grandes compañeros en casa. A la familia Beard le gustó esa compañía en los diversos sitios que tuvieron ministrando el Evangelio en Dominicana.

En una ocasión un ladrón se metió por el baño de la familia Beard y Boostie comenzó a ladrar intensamente. El señor Beard escuchó los ladridos del amado canino y salió hacia la sala de la casa y se dio cuenta que el ladrón había entrado por el baño y cuando el ladrón se dio cuenta del ladrido de Boostie salió huyendo como Miguel Diloné se robaba las bases cuando jugaba beisbol invernal en el Estadio Cibao. El perro misionero Boostie se convertía en ángel guardián de la familia Beard.

Puello tenía una mezcla de pastor alemán con viralata, que también era de la familia Wiebe. Era un perro muy especial que cuidaba la casa en la finca de “El Manguito” cuando vivian en la Casa Amarilla. Daniel y Jerry Wiebe tenían mucho que ver con Puello que, además, de esos caninos bondadosos, Daniel Wiebe padre les consiguió a esos muchachos el “Burro diabólico” que comía bizcocho y bebía refrescos, especialmente, el Country Club rojo. Además, de un caballo y una yegua.

Keo: Características del glorioso Keo
La principal característica de Keo era su desproporcionada y singular estructura. Ya que era muy bajo, tenía el cuerpo alargado y las patas muy cortas. Esto se debe a una mutación genética conocida como «bassetismo» o «acondroplasia parcial». Es decir, un trastorno en el crecimiento óseo de los cartílagos provocando enanismo principalmente en las extremidades.

Los movimientos de Keo, a pesar de tener unas extremidades cortas con respecto al cuerpo, no mostraban torpeza. Tampoco parecía que tenia un movimiento limitado, sino que era fluido. Sus pasos eran largos abarcando mucho terreno. Durante el movimiento sus patas se movían de forma paralela hacia adelante. Esta forma de andar le daba una apariencia armoniosa, señorial y grandiosa, al perro más famoso que tuvo “El Manguito.”

Fue un perro que todo el mundo respetaba. Don Cecil Samuels, el padre de la misión evangélica en República Dominicana era quien comprendía mas a Keo en su estado de vejez. Keo tenia catarata aguda y de pronto en la casa Rosada comenzó a morder personas. Era un perro que no ladraba. Cuando se sentia atacado mordía. Don Cecil cansado por las peripecias de Keo, en una ocasión le fueron a decir que Keo estaba mordiendo a los hermanos que venían en la guagua desde Azua y Cecil, ni corto ni perezoso le ripostaba: “¡Keo sabe quiénes son impíos y quienes son píos. ¡Al que Keo muerde es porque necesita a Jesucristo como salvador personal!” “Al que Keo no muerde ese es cristiano.”

Keo tuvo historia en todos los lugares donde vivió. David y Mary Beard lo amaron mucho. Doña Dorotea su madre no le gustaba ver a los animales sufrir y entonces los recogía y los adoptaba. Ahí esta la historia de Cuca, la cotorra parlera que la iban a sacrificar por chismosa doña Dorotea la sacó de la casa de la familia Salvador en San José de Ocoa y se la llevó para su casa para que no la mataran. Cuca tiene una historia digna de escribirse.

Keo rumbo al patíbulo

El canino estaba que no veía y enfermo continuó mordiendo a personas que llegaban a la finca de El Manguito. La orden vino de arriba. El misionero Lawrence Roberts ordenó —al no ver otra salida posible—, a los misioneros Leonardo Beard y Segismundo Odland terminar con los días de aquel famoso perro. “No podemos seguir permitiendo que Keo siga mordiendo a miembros de diferentes congregaciones del pais. Cada vez que visitamos un lugar conocen más a Keo por sus hazañas que a los predicadores nuestros.”

Leonardo Beard y Segismundo Odland no habían matado ni una mosca en sus vidas. Eran dos personas que eran los principales en tener perros en sus casas.

“Esto lo terminamos hoy —manifestó Mr. Odland a Mr. Beard.

“Si hermano ¿y cómo vamos a terminar con la vida de Keo? —preguntó el misionero Beard.

Ah, muy fácil le respondió el misionero Odland.

—Yo tengo una retranca de hierro macizo en el garaje y solamente con darle una vez en la cabeza, Keo será historia eterna.

—Usted no esta pensando darle con esa retranca de hiero a Keo en la cabeza —le ripostó el misionero Beard.

—Es que no tenemos dinero para ponerlo a dormir. Y de esta forma dormirá más rápido —contestó Segismundo.

En el ínterin sacaron a Keo de la casa Rosada. Lo llevaron a su patíbulo detrás del dormitorio de los varones debajo de la mata de palma que había allí y que Juan Pablito hubo de jugar tantas veces a las escondidas con el hoy licenciado Luis Naut. La tarde se convertía en gris. Keo caminaba macilento tramando de cómo iba a partir a un mundo mejor, pero no con una suerte tan macabra como estaban planeando los dos misioneros.

Llegando allí, el momento se puso tétrico. Segismundo Odland, retranca en mano le dijo al misionero Beard que agarrara a Keo, el perrito que tanto habían amado David y Mary sus hijos. El ambiente no estaba para galletas de avena y mucho menos para perder el tiempo.

—Hermano Odland sé que usted va a sufrir igual que yo el desenlace final de Keo —exclamó el misionero Beard.

—Lo sé, mucho lo sé — respondió Mr. Odland.

—Como usted está medio cegato creo que si se quita los espejuelos, cuando le dé el primer trancazo no lo sufrirá. Vamos a hacer la primera prueba —convino Mr. Beard.

—¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! En vez de darle en la cabeza a Keo usted me ha roto la mano, hermano –grito Leonardo Beard como cuando era niño en las Carolinas en los Estadios Unidos de América.

En ese instante Keo se dio cuenta de las maquinaciones macabras de esos dos misioneros. Mr. Odland había puesto los espejuelos en el suelo. Y preguntaba al misionero Beard donde estaban porque no lo veía. Tampoco el Misionero Beard con una mano casi destruida no podía ver los lentes. Esta era una historia draconiana. El ambiente se ponía mas caliente y Keo hacia historia patria al cerrar de un mandarriazo sus días.

—Yo no puedo darle bien en la cabeza y sino encuentro los lentes será muy difícil poder terminar con la vida de Keo de un solo mandarriazo —aseveró el misionero Odland.

—Oh, hermano Odland, Keo tiene los espejuelos en la boca y cada vez que trato de agarrar los espejuelos el lo mastica con una fruición misionera grandiosa. Yo sabía que este perro se las traía aun en la antesala de la muerte —le recordó el misionero Beard.

El misionero Odland se puso en posición como aquel grandioso pelotero llamado Alonso Perry y le dio en la cabeza a Keo ante la mirada espantosa del misionero Beard. Cuando estuvieron seguro de que Keo había partido hacia mejores mundos, hicieron el hoyo y enterraron a Keo. Los misioneros que nunca habían cometido un hecho tan tremebundo sudaban a borbotones ante un escenáculo tan terrible. El Misionero Odland desfallecido comenzó a caminar…
—¿Dónde están mis espejuelos? —preguntó Segismundo Odland.

—Sus espejuelos, Keo se los tragó —le dijo apesadumbrado el misionero Beard.

Muchos años de conciencia perturbaron la vida de estos misioneros por haber cometido tan macabro hecho. Mary Beard duró muchos años sin perdonar a quien dio la orden del asesinato de Keo en el patíbulo de “El Manguito”.

Quizás el día menos pensado Keo sea el que le abra la puerta del cielo a muchos y le de la bienvenida a David Beard, porque ese mucho amó a Keo demasiado. ¡Lágrimas!

ANTE EL RECUERDO DE KEO

Repercuten los ladridos de la muerte
el recibir la noticia de mi amiga Mary
y me dice, entre tantas cosas: —quieros y palabras—
que dos misioneros mataron a Keo.

Keo no ladraba ni a los mangos
como otros que ladran a la muerte;
Keo se fue al cielo cuando abandonó
los pasillos verdes del dormitorio aquel
y se fue de su alma a vivir mundos mejores
con su mensaje silente con dos testigos
en un mar de duendes.

Keo chorreaba angustia,
temblaba de rabia al saber de sus matadores
defendiéndose a capa y espada
sin emitir un aullido como si en la escena
desgarradora hubiese de morir con gallardía;
tristemente tendido quedó
—blanco y quebrado—,
ante el tronco de aquella palma
donde Segismundo Odland de un mandarriazo
lo despidió.

Mary me decía, Y, ¿por qué no?
yo también he llorado a Keo;
la muerte de mi Keo sin palabras
me dolió más que la del perro que habla,
y engaña, y ríe, y asesina.

El pobre Keo ya no mordía
El no envidiaba ni se reía.
nunca engañó a nadie
como los que no siendo perros descuartizan,
mienten,
muerden
desde los púlpitos,
en las Escuelas Dominicales,
en las catequesis,
en los matorrales,
en las fundiciones,
al diácono,
al feligrés,
al seminarista,
al hermano panadero
a la diaconisa,
a la hermana costurera,
al hombre, a la mujer,
al adolescente o a la anciana.
al misionero con facha de embustero.

Keo era muy especial,
humilde misionero de la mordida y carrera,
Keo no tenía de viejo, collar en el pescuezo,
ni togas ni collarines,
pero era bullanguero, célibe y fiero.

A Keo nos los trajeron de muy lejos
En una caja de zapatos de un sepulturero
Era minúsculo y sencillo como Moro;
luego fue creciendo admirado y displicente
escuchó por primera vez a la señorita Cora entonar un
himno y de Benigno Vicente su primer poema balbuceante.

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©Daniel Efrain Raimundo.
El Nido del Aguila, Santo Domingo de Guzmán, capital Primada de América. Cuna de América. Quienes colaboraron con este trabajo fueron, David Beard, Mary Beard, David Raimundo, Dan Wiebe. Las fotografías fueron compartidas por el archivo Beard que se encuentra anclado en el estado de Georgia. Otros libros de consulta fueron The Body Language and Emotion Dogs. By Mirna M. Milani, D.V.M Bulldogs by Gabrielle E. Forbush.

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